México, DF.- El músico español Antonio Díaz Conde escogió
México como su segunda patria por sus paisajes, sus raíces, la hermosura de sus
mujeres, siempre amó a México con todo su corazón, afirmó su hijo.
La música que crearon
los compositores para películas de la Época de Oro del Cine Mexicano es
analizada en el ciclo Detrás de la pizarra, conducido por Pepe Romay en la
Fonoteca Nacional, este lunes 19 de agosto tocó el turno a Antonio Díaz Conde,
quien compuso la banda sonora de las películas La Perla, Pueblerina, Rosauro
Castro, Pepita Jiménez, Las rosas del milagro, entre otras.
La música en una
película es el preludio que nos indica si a continuación viene una escena de
suspenso, acción, amor, por lo que desde los inicios del cine sonoro ha tenido
gran importancia, incluso algunas partituras han llegado a cobrar más
relevancia que la propia trama, de ahí que los compositores de música para el
cine cada día cobren más relevancia.
Antonio Díaz Castro
tuvo la fortuna de pertenecer al grupo de compositores de películas como Manuel
Esperón y Gonzalo Curiel. Antonio Díaz Castro nació en Barcelona, España el 25
de enero de 1914, sin antecedentes familiares de músicos, hijo de padre
peluquero y madre costurera, desde pequeño demostró afición por el piano,
tomando las primeras clases con el párroco de su comunidad, quien además le
enseñó solfeo.
Su padre quería que
su hijo le ayudara en los quehaceres de la peluquería, pero Antonio no deseaba
remojar barbas, a él lo que le apasionaba era el piano, por lo que a los 17
años ingresó al Conservatorio del Liceo de Barcelona, allí se inició en la
música clásica, la “buena música” como él la describía.
La plácida vida
musical de Antonio se vio interrumpida por la Guerra Civil Española, por lo que
su carrera se interrumpió durante tres años; el 18 de julio de 1936 mientras dirigía
Luisa Fernanda con un grupo de aficionados, afuera se escuchaban los disparos.
Se alistó en el
ejército y fue nombrado director de la Banda Militar, sin embargo, debido a las
impresionantes escenas de destrucción y muerte que vio, lo dieron de baja por
una enfermedad cardiaca.
Al término de la
guerra tocó el piano durante los intermedios de las funciones de cine, sin
embargo su deseo era viajar, la primera oportunidad le llegó para irse a Buenos
Aires en 1941, con un salario de 41 pesos diarios.
En Argentina conoció
a Manuel de Falla, con quien mantuvo una larga amistad y de quien recibió
valiosos consejos. También en Argentina entabla relación con Conchita Martínez
(la mamá de Emmanuel), quien iba a hacer una gira por México y necesitaba un
pianista, así llegó al país con un contrato por cuatro meses para presentarse
en El Patio.
En 1942, la actriz
Janet Alcoriza lo presentó con Emilio El Indio Fernández, convirtiéndose a
partir de entonces en compositor de la música de varias de sus películas.
Cuando viajan las
estrellas, Soy puro mexicano, Pepita Jiménez, Los amores de un torero, son
algunos de los 360 filmes que musicalizó a lo largo de 32 años dentro de la
industria cinematográfica.
En su carrera obtuvo
seis nominaciones, sin embargo nada más Pueblerina, fue reconocida en Cannes y
en México con un Ariel; las otras cintas fueron Maclovia; Rosauro Castro; Las
tres perfectas casadas; La rebelión de los colgados y La Perla, por la que El
Indio Fernández hizo un coraje al no ser galardonada, sin embargo a Díaz Conde
los premios no le interesaban, lo que a él le entusiasmaba era su profesión.
Falleció un 31 de
diciembre de 1976, a causa de un carcinoma pulmonar, debido a lo mucho que
fumaba, a la edad de 62 años.
Al hablar de la vida
de Antonio Díaz Conde, Pepe Romay, guionista, actor e hijo de Joselito
Rodríguez (creador, junto con su hermano Roberto, del sistema de sonido óptico
cinematográfico) señaló que la importancia de la música en el cine es la forma
en que se compromete con la personalidad y psicología del personaje, así como
también permite describir un escenario, un animal, los pasos, el viento.
Afirmó que es un
privilegio poder escuchar una música de fondo bien estructurada, que nos
permite sentir el miedo, la ternura o cualquier otro sentimiento, situación que
se pudo comprobar al poner fragmentos de diversas películas y que, sin ver la
trama, uno podía identificar qué es lo que posiblemente ocurría en ese momento.
La semblanza de don
Antonio Díaz Conde fue hecha por su hijo Antonio Díaz Rendón, quien acudió a la
Fonoteca Nacional acompañado de su familia y varios amigos, también estuvieron
presentes descendientes de otros reconocidos compositores como Gonzalo Curiel,
hijo y su madre doña Conchita, María Eugenia Flores, hija de Chava Flores,
entre otros.
La próxima semana
corresponde el turno a Gonzalo Curiel, en la última sesión del ciclo Detrás de
la pizarra, que con el título de La mala nota, mostrará el martes 26 de agosto,
las vicisitudes que pasó el compositor mexicano para elaborar la banda musical,
la cual se realizaba de forma paralela a la filmación de la cinta.
La Fonoteca Nacional se ubica en la calle de Francisco Sosa No. 389, Coyoacán,
las sesiones son a las 19:00 horas y la entrada es libre.
No hay comentarios.
Publicar un comentario