- El periodista Marco Levario Turcott analiza en “Aristegui y la tesis del plagio” el conjunto de anomalías, imprecisiones y sesgos de la nota.
- Condenan los sesgos ajenos y a los propios les llaman periodismo alternativo, dice
- Algo que ocurrió hace 25 años, como cuando la periodista hace treinta militó en el PRI y fue parte del equipo de campaña de Carlos Salinas de Gortari
En esa tesitura, afirma, es difícil imaginar algún esfuerzo
periodístico para abarcar en otros actores el tema de los rendimientos
educativos, por ejemplo en Andrés Manuel López Obrador.
Condenan los sesgos ajenos y a los propios les llaman periodismo alternativo, dice.
En el “ajuste de cuentas” hurgan en “algo que ocurrió hace
25 años, como cuando la periodista hace treinta militó en el PRI y fue parte
del equipo de campaña de Carlos Salinas de Gortari”.
Sobre este reporte el vocero de la Presidencia, Eduardo Sánchez,
precisó:
El licenciado Peña Nieto presentó esa tesis hace 25 años. Cumplió con los requisitos establecidos por la Universidad Panamericana para titularse como abogado.
Por lo visto errores de estilo como citas sin entrecomillar o falta de referencia a autores que incluyó en la bibliografía son, dos décadas y media después, materia de interés periodístico.
Bienvenida la crítica y el debate.
Reproducimos el editorial:
Trazos de Marco Levario Turcott,
Director de etcétera
mlevario@etcetera.com.mx
Trazos de Marco Levario Turcott,
Director de etcétera
mlevario@etcetera.com.mx
Aristegui y la tesis del plagio
El discurso político de Carmen Aristegui tuvo más relevancia
que la pieza periodística que ofreció ayer domingo: la reseña y verificación
del trabajo hecho por un grupo de especialistas y académicos sobre la tesis
escolar con la que, hace 25 años, Enrique Peña Nieto obtuvo el título de
licenciatura por la Universidad Panamericana.
Creo que la expectativa que generó el discurso de la
periodista fue superior al conjunto de anomalías, imprecisiones y sesgos que
ofrece a sus lectores, como parte del conflicto que ella sostiene con el
Gobierno Federal, por las razones que conocemos. En esa tesitura es difícil
imaginar algún esfuerzo periodístico para abarcar en otros actores el tema de
los rendimientos educativos, por ejemplo en Andrés Manuel López Obrador (El
sesgo se Aristegui es parte de las definiciones, parciales que priva en todos
los medios -y ello en conjunto integra la pluralidad noticiosa- nada más que
ella y sus seguidores, condenan los sesgos ajenos y a los propios les llaman
periodismo alternativo).
Lo anterior no implica, desde luego, desdeñar la información
que comparte, subrayó, comparte porque esto no es resultado de una labor suya,
la comunicadora; desde mi punto de vista tampoco implica hacer comentarios
frívolos para el escarnio: dejar de citar el trabajo de otra persona en una
tesis, aunque sea moneda corriente en las prácticas académicas, no es menor, es
incorrecto y alude, al menos, a la falta de rigor ético e intelectual de quien
presentó ese trabajo. Esto más allá, y ayer mismo lo comenté aquí, de que la
prensa militante pretenda situarse por encima de los demás cuando en esa misma
prensa campea la ignorancia, la imprecisión y la diatriba. En una evaluación
académica seria, ningún periodista podría obtener el título de licenciatura
presentando un trabajo que se sustentara en lo que "se dice en las
redes" y además usando condicionantes del tipo habría o sería.
Aquella es la dimensión del reporte de Aristegui, en el caso
de que se confirmaran las anomalías. Algo que ocurrió hace 25 años, como cuando
la periodista hace treinta militó en el PRI y fue parte del equipo de campaña
de Carlos Salinas de Gortari en su intención de llegar a la presidencia de la
República. Ni más ni menos: no es para sugerir la renuncia del Presidente y no
es para equipararlo con los niños desobedientes de la escuela que sacaron la
lengua a la maestra o se untaron resistol en la mano. En este escenario, los
extremos se juntan y poco ayudan a dar una dimensión precisa del tema.
En este nuevo episodio se afianza la perspectiva militante
de Carmen Aristegui quien, en pleno uso de su libertad de expresión denuncia
censura mientras ejerce su... libertad para ser parte del entramado informativo
y político del país. Otra vez, la grandilocuencia de sus palabras choca con la
dimensión de los hechos que, otra vez también, no fueron investigados por ella
sino promovidos y magnificados por ella, que es distinto (aún está fresca en
eso que llamamos memoria colectiva, su afirmación de que Los Papeles de Panamá
implicaban una refundación del periodismo en México y el mundo). Y en esos
discursos cada vez permea más la postura del ajuste de cuentas contra quienes
habrían participado de una formidable confabulación para definir el voto de
millones de mexicanos en favor del actual Presidente; "esos son los que
van al paredón", decía (o dice todavía) la vieja izquierda autoritaria.
Ese es un problema del periodismo militante (y del oficialista también):
provocan la crispación social.
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