- El sistema de la autoría del Dr. Jorge Lechuga, demostró ser original, innovador y sustentable y obtuvo patentes de México y Estados Unidos
El investigador y ex director de la Facultad de Ingeniería
Química de la UADY, Lechuga Andrade, destacó que el proceso recibió las patentes
luego de seis años, tiempo en que se debió cumplir con pruebas y comprobaciones
sobre el sistema, respecto de otros que se aplican en diferentes partes del
mundo.
Las patentes fueron otorgadas por el Instituto Mexicano de
Propiedad Intelectual (IMPI) y la Oficina de Patentes de Estados Unidos de
Norteamérica; ambas se otorgaron el año pasado, con una vigencia de veinte años,
en promedio.
El inventor resaltó que son múltiples las ventajas que
ofrece este sistema que desaliniza el agua de mar para convertirla en potable y
cuya característica es la técnica de ósmosis inversa centrífuga con vórtices de
Dean, lo que reduce costos de producción, de energía eléctrica, así como de
impactos ambientales.
En ese sentido, explicó que una de las características de
alto impacto es que el sistema es centrífugo, lo que permite reducir el consumo
de energía, casi en un 80% respecto de otros que se utilizan en Europa y Medio
Oriente.
Adicionalmente, los costos de producción son menores porque
el mismo sistema permite que haya una limpieza sistemática de las membranas, lo
cual en otros procesos se debe realizar de manera manual, lo que implica tiempo
dedicado a la limpieza y no a la producción.
Y más aún, resaltó, este sistema centrífugo reduce impactos
ambientales, pues una vez teniendo el agua de rechazo –como parte normal del
proceso de desalinización-, ésta pasa por el filtrado de ósmosis para un
post-tratamiento y sólo así, se regresa al mar, con tal de evitar el impacto a
la flora y fauna marina.
En otros procesos que se utilizan en Islas Canarias y Medio
Oriente, comentó, la desalinización de agua de mar, requiere un elevado consumo
de energía, provoca impactos ambientales y el proceso debe detenerse para
limpiar los sistemas y poder continuar.
Como parte de su investigación, el yucateco viajó a las
Islas Canarias para conocer los procesos que se hacían en las desalinizadoras
existentes.
En ese tiempo se percató que tanto en Europa como en Medio
Oriente había mayor aceptación de la ósmosis inversa convencional. El costo de
energía y la contaminación ambiental era alto, ya que se usaban energías a base
de combustibles fósiles como el petróleo.
Por lo anterior, Lechuga Andrade empezó a pensar en un
proyecto no solo innovador sino también sustentable.
Recordó que la investigación fue resultado de su Doctorado
en Procesos de Innovación en Ingeniería de Producto y de Proceso que estudió
ante la Universidad Politécnica de Cataluña, en España y el Instituto
Politécnico Nacional de Toulouse, Francia.
Durante el proceso, dijo el investigador, ha sido
fundamental compartir los conocimientos con los jóvenes, ya que “lo que
buscamos es que los jóvenes puedan involucrarse en el proceso científico y no
sólo se queden con la teoría”.
Mientras más sentidos entren en el proceso de innovación, más se aprende, por eso es fundamental que se activen ojos, oídos, tacto, para despertar más la creatividad en el proceso científico y de investigación, dijo.
Consideró que es importante que los estudiantes encuentren
oportunidades para involucrarse más en estos procesos de investigación, “hay
que activar los sentidos y sudar en los laboratorios para seguir aprendiendo y
para aplicar el conocimiento y desarrollar competencias”.
En el proceso científico es vital cometer errores, de ahí
que sean experimentos, y aunque haya fallas, eso permitirá que cada vez sean
menos y se refuerce la valentía y la innovación, subrayó.
El investigador yucateco resaltó que en México hay una base
sólida de científicos, capaces de generar conocimientos y desarrollo de
propuestas innovadoras aplicables para diferentes áreas.
Dijo que hay que apostarle más a la ciencia hecha en el
país, esa que se sostiene de investigadores convencidos de que la innovación es
un proceso sistemático y continuo.
El investigador cuenta con 28 años de experiencia como
docente en la Facultad de Ingeniería Química de la UADY, cuenta con dos
maestrías en esta disciplina y una más, en Administración.
Su proceso de desalinización del agua durante su doctorado,
le valió para recibir el Premio Nacional del Instituto Mexicano de Ingenieros
Químicos 2015.
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