- Especialmente cuando se habla de los malos gobernantes, aseveró
- Los líderes que no rezan "se cierran en su propia auto-referencialidad", subraya el Papa
- "No podemos dejarles solos, los cristianos deben rezar por los gobernantes", afirmó
Y, especialmente, por los cristianos, y por el poder de la
oración para cambiar el mundo. "Los gobernantes, que se pregunten: ‘¿Rezo
a Aquel que me ha dado el poder transmitido por el pueblo?'. Los que no son
gobernantes, que se pregunten: ‘¿Rezo por todos los gobernantes?'. Y si
descubrís que no habéis rezado por los gobernantes, llevadlo a la confesión,
porque no rezar por los gobernantes es pecado", señaló el Papa.
"Pero padre, ¿cómo puedo rezar por esta persona que
hace tantas cosas malas?", planteó Francisco, especialmente cuando se
habla de los malos gobernantes. "En ese caso, incluso, tiene más necesidad
de oración. Reza, haz penitencia por el gobernante".
No podemos dejar a los gobernantes solos. Debemos acompañarlos mediante la oración. Los cristianos deben rezar por los gobernantes", subrayó, recordando el pasaje evangélico del centurión. "Este hombre sentía la necesidad de la oración porque tenía la conciencia de no ser el padrón de todo, de no ser la última instancia. Sabía que sobre él había otro ante el que debía rendir cuentas. Tenía subalternos, los soldados, pero él mismo tenía la conciencia de ser un subalterno. Y esto es lo que le lleva a rezar".
Y es que el gobernante que no reza "se cierra en su
propia auto-referencialidad, o en la de su partido, en ese círculo del que no
se puede salir y termina siendo un hombre cerrado en sí mismo. Pero cuando
contempla los verdaderos problemas, desarrolla esa conciencia de ser un
subalterno, de que hay otro con más poder que él".
¿Y quién tiene más poder que un gobernante?", se preguntó el Papa: "El pueblo, que le ha dado ese poder, y Dios, del cual procede el poder transmitido por el pueblo. Cuando un gobernante tiene esa conciencia de subalternidad, reza".
La importancia de la oración del gobernante, insistió
Francisco, reside en "la oración por el bien común del pueblo que ha
confiado en él". En este sentido, puso como ejemplo a Salomón, que no
pedía a Dios oro o riquezas, sino sabiduría para gobernar. "Los gobernantes
deben pedirle al Señor esa sabiduría", afirmó el Papa.
¿Y qué pasa si el gobernante es agnóstico o ateo?, concluyó
el Papa. "Si no puede rezar, que confronte sus actos con su conciencia,
con la sabiduría del pueblo, pero que no permanezca cerrado en el pequeño grupo
del partido político".
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