#UnDiaComoHoy, 18 de julio, nacieron el novelista británico William
Makepeace Thackeray y el poeta Manuel Gálvez; murieron el pintor Michelangelo
Merisi da Caravaggio, el político Benito Juárez y el compositor Jaime Nunó.
#LaFraseDelDia “No deshonra a un hombre equivocarse. Lo que
deshonra es la perseverancia en el error”: Benito Pablo Juárez García fue un
abogado y político mexicano, de origen indígena, presidente de México en varias
ocasiones, del 18 de diciembre de 1857 al 18 de julio de 1872.
Benito Juárez
Benito Pablo Juárez García nació en San Pablo Guelatao,
Oaxaca el 21 de marzo de 1806 t murió en
la Ciudad de México el 18 de julio de 1872. Fue un abogado y político mexicano,
de origen indígena (de la etnia zapoteca), presidente de México en varias
ocasiones, del 18 de diciembre de 1857 al 18 de julio de 1872.
Se le conoce como el
«Benemérito de las Américas». Es célebre su frase: «Entre los individuos, como
entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz».
El nombre de sus padres era Marcelino Juárez y Brígida
García de acuerdo al acta de bautismo levantada al día siguiente de su
nacimiento y quien según sus propias palabras, eran «indios de la raza
primitiva del país» y ambos fueron agricultores. Los dos padres murieron
cuando él tenía tres años; su madre durante el alumbramiento de su hermana
María Alberta Longinos.
En 1831 Benito Juárez fue elegido regidor del ayuntamiento
de Oaxaca y, un año después, diputado al Congreso del Estado. Era éste el
primer paso de una actividad que le llevaría a ser el máximo mandatario de la
nación, aunque para ello debió ascender lentamente en el escalafón político,
sortear dificultades sin cuento, padecer el exilio, sufrir la cárcel, encabezar
una guerra civil y atraerse la ira de numerosos enemigos. La energía con que
defendió los intereses que representaba le valió en 1846 ser diputado por
Oaxaca ante el Congreso de la Unión. Un año más tarde fue designado gobernador
de su estado natal, cargo en el que permaneció hasta 1852.
Su oposición al tratado de Guadalupe-Hidalgo, por el que
México perdió vastas zonas de su territorio en favor de Estados Unidos,
encontró cauce en las filas liberales y en la defensa de un proyecto
federalista. Sin embargo, los conservadores lograron una vez más hacerse con el
poder en 1853, acaudillados por el general Antonio López de Santa Anna, y
Juárez se vio obligado a exiliarse en Cuba.
Al cabo de dos años regresó y se adhirió al plan de Ayutla,
entre cuyos firmantes figuraban los generales Villarreal, Comonfort y Álvarez.
Al triunfar el pronunciamiento fue designado consejero de Estado y, bajo la
presidencia de Ignacio Comonfort (1855-1857), ministro de Justicia. Como tal
promulgó una serie de leyes que restablecían las libertades de enseñanza,
imprenta y trabajo y anulaban las prerrogativas del clero y el ejército.
Sus disposiciones legislativas, que inspiraron la Constitución
de 1857, de corte liberal, motivaron la reacción de los conservadores, quienes
se pronunciaron al año siguiente en el plan de Tacubaya. Comonfort pactó con
ellos, dio un golpe de Estado y encarceló a Juárez, lo cual fue el detonante
del conflicto civil llamado la guerra de Reforma (1858-1860).
Como presidente de la Corte Suprema de Justicia, Juárez, que
había conseguido huir, se convirtió en el presidente legítimo, de acuerdo con
la Constitución. Presionado por sus enemigos, hubo de refugiarse en Panamá,
pero regresó en mayo de 1858 para establecer su gobierno en Veracruz. Desde
allí expidió las leyes de Reforma y proclamó una Constitución más radical que
la anterior. En 1859 su gobierno fue reconocido por los Estados Unidos, y, con
su ayuda, los liberales derrotaron finalmente a los conservadores en 1860.
Sin embargo, las graves dificultades económicas por las que
pasaba el país obligaron a Juárez a suspender el pago de la deuda externa. La
medida motivó la intervención armada del Reino Unido, España y Francia en 1861
y sumió de nuevo al país en una tensa situación de guerra. Las promesas de
Juárez determinaron la retirada de las dos primeras potencias, pero Francia, en
connivencia con los conservadores, invadió México en 1863, y en 1864, tras
ocupar la capital, acabó por imponer al archiduque Maximiliano de Austria como
emperador de México.
Ante la instauración del Imperio de Maximiliano I, Benito
Juárez se retiró a Paso del Norte y desde allí organizó la resistencia. Hombre
de leyes por encima de todo, prorrogó no sin profunda vergüenza y violencia
interna sus poderes presidenciales hasta que terminase la guerra, y emprendió
enseguida la ofensiva republicana, que triunfaría tras el sitio de Querétaro en
1867 y se saldaría con el fusilamiento de Maximiliano el 19 de junio en el
Cerro de Campanas.
Con el país empobrecido y desunido, fue reelegido por
séptima vez en agosto de 1867. Juárez restauró la República federal y dio
vigencia a las leyes de Reforma. Pero el último lustro de su vida política
estaría marcado por revueltas y conflictos de toda índole. Por una parte,
proliferaban en México brotes de bandolerismo y grupos guerrilleros
revolucionarios, y por otra el sistema constitucional, que se había impuesto
tras arduas luchas contra las poderosas fuerzas de la reacción, comenzaba a
desacreditarse ante las acusaciones de fraude electoral. Para colmar el vaso,
el presidente inició impopulares reformas con objeto de acumular en sus manos
un mayor poder ejecutivo.
Este hecho y el temor a que buscara perpetuarse en el cargo
motivaron la reacción dentro de su propio partido. Porfirio Díaz, cuyo nombre
resume por sí mismo el siguiente capítulo de la historia de México, se pasó a
la oposición, tras haberse destacado como victorioso militar en la guerra
contra Maximiliano, y en 1871 Sebastián Lerdo de Tejada, principal colaborador
de Juárez en política interior, no aceptó presentarse a las elecciones y fundó
el partido lerdista. Durante ese año el presidente debió asimismo sofocar
diversos levantamientos, como los de Treviño y Naranjo, agotando en esta
extenuante empresa sus ya enflaquecidas fuerzas.
A pesar de las dificultades económicas, de la hostilidad del
Congreso y de numerosos pronunciamientos, el 1 de diciembre de 1871 Juárez
asumía nuevamente la presidencia ante el Congreso de los diputados, y allí
reiteraba su fe en la legalidad con su habitual energía. Pero los vientos de la
historia se orientaban ya hacia otros derroteros. Porfirio Díaz arengaba a sus
partidarios contra Juárez acusándolo de dictador y poniendo en marcha una
revuelta inspirada en el llamado Plan de la Noria, cuya más significativa
propuesta era la prohibición de que fueran reelegidos los presidentes.
Sebastián Lerdo de Tejada se alió con Porfirio Díaz y juntos se alzaron contra
Juárez.
Pese a que Juárez sobrevivió también a esta postrera
andanada de sus enemigos políticos, reprimir el levantamiento constituyó su
último acto público, pues con secreto estoicismo de indígena zapoteca venía
soportando, desde tiempo atrás, una prolongada serie de difunciones cardíacas
que por fin lo llevaron a la tumba el 18 de julio de 1872. Tras su muerte el
Congreso lo declaró Benemérito de la Patria y de las Américas.
Escritos publicados por Juárez
- Ley sobre libertad de culto
- Ley sobre la nacionalización de los bienes eclesiásticos
- Anuncio del programa del gobierno liberal
- Ley del matrimonio civil
- Secularización de los hospitales y establecimientos de beneficencia
- Cesa intervención del clero en los cementerios y camposantos
- Extinción de las comunidades de religiosas en México
- Reglamento para el cumplimiento de la ley de nacionalización.
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