- Estudios genéticos y arqueológicos revelan el pasado prehistórico y maya de la cueva de Puyil, en Tabasco
- Exposición temporal Puyil... La cueva de los ancestros.
- Expertos indican que la caverna fue usada con fines mortuorios desde el periodo Arcaico (8000 a 2500 a.C.), y reinterpretada siglos después por los mayas del Clásico Tardío (650 a 900 d.C.)
Fotos: Héctor Montaño, INAH.
Ciudad de México.- El director general del INAH, Diego
Prieto, indicó que un trabajo multidisciplinario permitió saber que en la cueva
de Puyil, Tabasco, "no sólo se alojaban entierros mayas del periodo
Clásico Tardío, sino también los restos de tres individuos más antiguos considerados
ancestros de los tabasqueños contemporáneos".
Al honrar los vestigios del pasado, fortalecemos nuestro presente como herederos de una extraordinaria riqueza cultural", declaró la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, al encabezar en el Museo Nacional de Antropología (MNA), la inauguración de la exposición temporal Puyil... La cueva de los ancestros, y la conferencia de prensa relativa al descubrimiento arqueológico del que deriva esta muestra.
Acompañada por el gobernador de Tabasco, Arturo Núñez
Jiménez, y el director general del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, la funcionaria federal encomió la suma
de voluntades multidisciplinarias e interinstitucionales, que hoy permiten
saber que en la cueva de Puyil, ubicada en el municipio de Tacotalpa, de la
referida entidad, no sólo se alojaban suntuosos entierros mayas del periodo
Clásico Tardío (650 a 900 d.C.), sino también los restos de tres individuos más
antiguos considerados ancestros de los tabasqueños contemporáneos.
Tras las palabras de la secretaria de Cultura, el arqueólogo
Luis Alberto Martos pormenorizó sobre el hallazgo que se remonta a marzo de
2004, cuando un grupo de espeleólogos reportó al INAH la existencia de
elementos arqueológicos y restos humanos dentro de la gruta, luego de haberla
explorado con la anuencia de la comunidad de Puxcatán.
En 2005, aunó, se efectuó un primer recorrido como respuesta
al aviso y en 2007 encabezó un equipo que por espacio de dos semanas indagó en
la gruta, refirió que la inquietud inicial era saber si las 29 osamentas hasta
ahora halladas eran de filiación maya o zoque, dado que en esa región de la
sierra tabasqueña hay evidencia de ocupación por parte de ambas culturas.
“Tras el análisis de los contextos, los materiales y las
deformaciones cefálicas de los individuos, se ha determinado —de manera
preliminar— que la mayoría eran mayas y pertenecieron al periodo Clásico
Tardío, salvo uno cuyo fechamiento indica que es del Clásico Medio, 550 d.C.,
sin embargo, la sorpresa fue que en tres casos la temporalidad se remontó hasta
la era prehistórica”.
Lo anterior, dijo, sumado al hecho de que los depósitos
tempranos se descubrieron intercalados con los mayas, indica tanto que los
primeros pobladores ocuparon la caverna para fines mortuorios, —ya que no es
apta para ser habitada—, como que los mayas supieron de estos entierros previos
y los reinterpretaron.
Los tres individuos más antiguos datan: uno del periodo
Preclásico Temprano (2500 a 1200 a.C.) y dos del Arcaico (8000 a 2500 a.C.),
según datos compartidos, en entrevista previa, por la doctora Lourdes Muñoz
Moreno y la maestra Teresa Navarro Romero, del Centro de Investigación y de
Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional.
Muñoz Moreno detalló que con la colaboración de los
arqueólogos Enrique Alcalá y Eduardo Ramos, y de los doctores Carlos Serrano y
Javiera Cervini, fue posible iniciar trabajos de laboratorio sobre 10 muestras,
algunas de ellas extraídas de cráneos de la cueva de Puyil.
Ahondó que bajo estrictas medidas de esterilidad y previendo
cualquier tipo de contaminación –al grado de que se recabaron secuencias de ADN
de todas las personas que hubieran tenido acceso a los restos durante su
extracción y resguardo–, se tomaron muestras miligramétricas de la parte trasera
de los cráneos a fin de mantener la integralidad de sus rostros para futuros
estudios arqueológicos y de antropología física.
De este modo, en el Cinvestav se llevó a cabo la limpieza,
amplificación del ADN antiguo y secuenciación del ADN mitocondrial. Asimismo,
se examinaron los cinco cráneos que presentaban deformación craneal. Luego,
entre 2015 y 2016, en coordinación con Ben Krause-Kyora y Lisa Bohme, se hizo
la secuenciación masiva y ensamble genético en supercomputadoras, como parte de
la estancia doctoral que Teresa Navarro realizó en la Universidad de Kiel,
Alemania, con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Tales pruebas, con las cuales pueden analizarse fragmentos
más cortos del material genético que con la secuenciación simple, resultaron
del interés de los científicos europeos dado que, acotó Navarro, fue la primera
vez a nivel mundial en que se aplicó secuenciación masiva a fragmentos tan
antiguos de ADN prehispánico. “El registro más cercano eran muestras peruanas
de mil años antes de Cristo”.
Los exámenes referidos arrojaron que seis de los individuos
eran masculinos y cuatro femeninos. También se estableció que los ejemplares
del periodo Arcaico guardan relación con haplogrupos mitocondriales amerindios;
ramales de la genealogía humana cuyo origen está en Asia, y que integran a los
humanos que cruzaron el estrecho de Bering hace casi 28 mil años y migraron
paulatinamente del norte al sur de América.
Y si bien las osamentas de Puyil se convierten en las más
antiguas de Tabasco, toda vez que, apuntó Martos, el entierro más vetusto que
se conocía databa del 1000 a.C., se encuentran aún por debajo de especímenes
colectados en otras partes de México, como “Naia” y la “Mujer de Naharon”, que
se estima vivieron hace más de 13 mil años.
Un cráneo que llamó la atención de los arqueólogos, por su
cercanía al surgimiento de la civilización olmeca, fue el del Preclásico
Temprano; perteneció a un niño. Respecto a él, Lourdes Muñoz precisó que al
haberse localizado en un entierro secundario, y al no existir ADN antiguo de
olmecas con el cual compararlo, no puede afirmarse que tenga relación con los
precursores de dicha cultura.
Estudian probable vínculo entre Puyil y la urbe maya de
Tortuguero
La cueva de Puyil se localiza a 3.5 km al suroeste del
pueblo de Puxcatán. Su acceso está a 100 metros de escalada sobre el cerro de
San Felipe (por lo que se le conoce también como cueva de San Felipe) y desde
allí se debe descender 120 metros y atravesar intrincadas cámaras.
Alberto Martos, director del Proyecto Cueva de Puyil y
especializado en la investigación de estos espacios, señaló que el apelativo de
la formación, derivado de puy (caracol, en lengua chol), se debe a la
configuración espiroidal que tiene la gruta, a la que calificó de “sumamente
compleja” dada la poca visibilidad, el oxígeno limitado, los barrancos, pasos a
rapel y paredes lodosas que caracterizan a sus niveles más profundos.
Esto no impidió que los mayas colocaran en ella ofrendas que
se han agrupado en 11 concentraciones de materiales. La más llamativa se
encontró en la última galería y corresponde a un espacio circular que alojaba
nueve individuos, posiblemente sacrificados, y un vasto depósito de objetos
(navajillas, restos de fauna, cacao y cerámica) dispuestos alrededor de una
estalagmita que para los antiguos habría simbolizado el axis mundi de su
cosmovisión.
El arqueólogo del INAH abundó que el acceso a esa galería se
hace a través de una estrecha y trabajosa restricción natural por la que solo
puede pasar una persona a la vez, por ello se infiere que los personajes
debieron entrar vivos. Este mismo paso estaba precedido por una roca sobre la
cual se descubrieron cuatro cráneos alineados horizontalmente, entre ellos el
citado infante del periodo Preclásico Temprano.
“Los nueve individuos estaban acompañados por collares de
jadeíta, cinabrio, cuchillos de sílex y obsidiana, cacao y tiestos cerámicos;
dos de ellos tenían medallones con base de arenisca y mosaicos de pirita
incrustados a manera de espejos, piezas muy raras de encontrar en Mesoamérica y
que se sabe eran atributos de guerreros”.
En el entendido de
que la cueva se ubica a 25 km en línea recta del sitio arqueológico de
Tortuguero, y que de aquella nace un arroyo cuyo cauce —unido al del río
Puxcatán— abastece a éste, Martos tiene la hipótesis de que los regentes de la
urbe prehispánica podrían haber utilizado la caverna con fines
político-religiosos.
Dos elementos más apoyan esta teoría. Uno es una formación
rocosa que asemeja una mazorca de maíz que se halla en una de las cámaras de la
cueva; sobre su cima se localizó una ofrenda, consistente en un plato del
periodo Clásico (200 a 900 d. C.), lo que indica que tal formación no pasó
desapercibida para los mayas. De hecho, a este lugar todavía asisten habitantes
y mayordomos de Puxcatán para hacer pedimentos de lluvia o depositar ofrendas
de diversa índole.
El segundo elemento parte de una inscripción en el Monumento
6 de Tortuguero —famosa estela que también contiene el glifo que habla del fin
del baktún 13, fecha coincidente con el 21 de diciembre de 2012— en la que,
refiriéndose al gobernante Ajaw Ajpu Bajlum, se dice: “cuando había entrado a
la casa del maíz, la casa preciosa, su casa subterránea”.
Con base en lo anterior, Martos teoriza que la mencionada
“casa del maíz” bien podría tratarse de Puyil. Apuntó al respecto que la
palabra maya naj (casa) puede igualmente entenderse como cueva o lugar hueco.
De igual modo, la riqueza y variedad de ornamentos de la cueva, señalan que fue
usada por un grupo social importante.
Destacan apoyo de la comunidad
Obtener más elementos que evidencien o refuten el vínculo
entre Puyil y Tortuguero es el paso a seguir de los arqueólogos, junto con
nuevas incursiones en busca de más vestigios y de un plano más completo de la
caverna. Otro pendiente es la exploración del pasaje inundado que da pie al
arroyo y que podría contener bienes culturales; para este particular se trabaja
con la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH.
Una asignatura adicional es retroalimentar a los pobladores
de Puxcatán sobre los hallazgos obtenidos hasta el momento. Sobre este tema,
Alberto Martos, Lourdes Muñoz y Teresa Navarro encomiaron la cooperación de la
comunidad y la actitud vigilante que ésta ha mantenido hacia los procesos
aplicados en la cueva.
Se planea dar conferencias para los habitantes del pueblo,
así como otorgarles mención en los artículos científicos que están en vías de
publicación, puesto que todo el proceso en Puyil inició con el consentimiento
que dieron para la exploración de su espacio más sagrado, el hogar de sus
ancestros.
Cabe mencionar que en el vestíbulo del Museo Nacional de
Antropología (MNA) se presenta al público la muestra temporal Puyil... La cueva
de los ancestros, con 39 piezas descubiertas en ese lugar, como cuentas de
piedra, espejos de arenisca y pirita, una réplica de la estalagmita de la
gruta, y una selección de los restos humanos más representativos, por su
antigüedad o sus rasgos físicos, de este singular descubrimiento arqueológico; permanecerá
hasta septiembre próximo.
En la conferencia de prensa y la inauguración de la
exposición también estuvieron la secretaria técnica del INAH, Aída Castilleja
González; el coordinador nacional de Arqueología, Pedro Francisco Sánchez
Nava; el titular del Centro INAH
Tabasco, Juan Antonio Ferrer; el director del MNA, Antonio Saborit; y el
presidente municipal de Tacotalpa y su esposa, Efraín Narváez Hernández y María
de los Ángeles Mosqueda Rodríguez.
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